La leishmaniosis es una enfermedad de tipo infecciosa causada por una especie de parásitos protozoarios del género Leishmania, que puede dañar la piel de nuestro perro y al mismo tiempo las mucosas, tejidos y órganos que se encargan del desarrollo de las células sanguíneas, como por ejemplo la médula, el bazo y el hígado.
Esta enfermedad se transmite por medio de la picadura de mosquitos infectados que se alimentan de la sangre y se les conoce con el nombre de Phlebotomus y Lutzomya.
Síntomas de la leishmaniosis
Los síntomas de la leishmaniosis son muy variables y dependiendo del tipo de leishmania infectado y el medioambiente, puede llegar a ser benignos y en algunos casos más severos.
Tipos de leishmaniosis
Existen varios tipos de leishmaniosis en perros, sin embargo hay tres variantes que podemos tomar como las principales:
- La visceral: es la más grave de todas y puede ser mortal en la mayoría de los casos.
- La cutánea: es la más común, produce ulceras y deja algunas cicatrices que son muy visibles.
- La mucocutánea: daña las mucosas de la nariz, garganta y boca.
Leishmaniosis cutánea clásica
Esta es la forma más común y es que cuando el mosquito flebótomo infectado pica una parte del cuerpo de nuestro perro, al principio se forma una especie de erupción que empieza a crecer y cuando pasan entre dos a cuatro semanas aparece un nódulo de tamaño pequeño y a su vez indoloro, donde después se desprende una costra, en esta parte aparece una úlcera con una forma redonda y con un fondo limpio de color rosado, es muy parecido al cráter de un volcán.
Esta úlcera puede ser única y en algunos casos también múltiple. Con mucha frecuencia se ven afectados los ganglios linfáticos, esto puede llegar a causarnos cuadros de linfangitis y linfadenitis.
En los primeros meses del desarrollo, esta úlcera crecerá dependiendo de la respuesta inmune de su huésped y del tipo de leishmania infectada.
Esta enfermedad puede evolucionar rápidamente llegando a sufrir una curación casi espontánea o de forma contraria puede llegar a volverse todavía más crónica. Cuando la úlcera se cura, en cualquiera de los casos dejará una cicatriz con daños físicos que incluso muchas veces pueden convertirse en psicológicos.
Leishmaniosis mucocutánea o espundia
Este tipo de leishmaniosis puede presentarse meses e inclusive años después de que nuestra mascota haya sido afectada.
En este caso, los parásitos se dispersan por la vía linfática y sanguínea por medio de la lesión cutánea anterior que ya había cicatrizado, irrumpiendo en las mucosas de la nariz y en la zona de la faringe. Este tipo de leishmaniosis aparece raras veces y por lo general ocurre cuando hay un desequilibrio inmunológico o fisiológico y también por algún traumatismo directo en la zona de la nariz o en la boca.
Las lesiones en la mucosa empiezan a nivel del tabique nasal, puede llegar a ser crónico y al mismo tiempo se extiende muy rápido y puede llegar a perforar y causar un daño irreversible al tabique nasal, el paladar, la laringe y la nasofaringe, acarreando como consecuencia que tengamos serios problemas para que nuestro perro pueda tragar o hablar y en casos más extremos la muerte, algo que se debe a las complicaciones micóticas secundarias o bacterianas.
Este tipo de leishmaniosis nunca se cura de forma espontánea. Las heridas pueden durar por muchos años si no son tratadas y cuando la infección se cura, el perro afectado por lo general necesita de una cirugía reconstructiva.
Leishmaniosis cutánea difusa
Esta es una forma muy extraña de esta enfermedad, se caracteriza por la falta en el huésped de una respuesta inmune, mediada por las células frente al parásito.
Esto trae como consecuencia que los mismos se reproduzcan de una manera descontrolada, causando que aparezcan una gran cantidad de pápulas, nódulos o placas esparcidos por toda la superficie del cuerpo.
El desarrollo de este tipo de leishmaniosis en perros es muy lento y no se cura de forma espontánea, los animales que padecen de esta enfermedad tienden a empeorar después de haberse aplicado el tratamiento.
Leishmaniosis visceral
También se le conoce con el nombre de Kala-Azar. El organismo principal que sirve de huésped para esta forma de leishmaniosis es el perro doméstico y cuando no se diagnostica ni se trata a tiempo su tasa de mortalidad se eleva significativamente.
Después de pasar un periodo de incubación de entre dos a cuatro meses aproximadamente tras la picadura del flebótomo infectado, empiezan a manifestarse los síntomas de esta enfermedad que se caracteriza por presentar un cuadro de fiebre bastante alto, que puede comenzar de forma remitente o intermitente, que permanece durante varias semanas, para seguidamente, volverse muy insistente y que al mismo tiempo viene acompañado por un deterioro avanzado del estado de salud del perro enfermo y debido a que se encuentran afectados tanto el bazo, como el hígado, médula ósea y ganglios linfáticos.
Los perros que padecen de esta enfermedad presentan una pérdida progresiva de peso hasta llegar a un estado de desnutrición extremo. Igualmente se vuelve muy frecuente la aparición de manchas despigmentadas o hiperpigmentadas y nódulos bastante grandes en la superficie de la piel.
Tratamiento de la leishmaniosis en perros
El tratamiento que se utiliza en la primera elección de cualquiera de las formas de leishmaniosis es con antimoniales pentavalentes, la cual existen dos presentaciones, el antimoniato de meglumina, que contiene 85 mg de la molécula Sbv por ml y el estibogluconato de sodio, con 100 mg de la misma, fármacos que trabajan interfiriendo la bioenergética del parásito.
Por otro lado, entre los tratamientos de segunda elección en caso de que el parásito oponga resistencia a los antimoniales pentavalentes podemos encontrar los siguientes:
La anfotericina, que es un antimicótico poliénico muy activo que se usa contra la leishmaniosis y se administra por vía intravenosa. Su uso es muy limitado ya que provoca complicaciones adversas muy serias.
Isotionato de pentamidina, siendo este un fármaco aromático derivado de la diamidina. Es más tóxico que la anfotericina B y los antimoniales pentavalentes.
Sulfato de paramomicina, un antibiótico aminoglucósido que se administra por vía intramuscular que impide la síntesis de proteína y a su vez altera la absorción de la membrana celular del parásito.
Miltefosina, que gracias a su mecanismo de acción permite la inhibición del metabolismo de la membrana lipídica del parásito. Se administra por vía oral y también provoca náuseas, diarreas, vómitos y dolores abdominales.
Distribución de la leishmaniosis en España
Al menos cuatro especies de flebótomos se encuentran en la península ibérica y en las Islas Baleares, este insecto se caracteriza por ser muy peludo, de tan solo unos pocos milímetros de tamaño y de un color amarillo.
El artículo Qué es, síntomas y tratamientos de la leishmaniosis ha sido originalmente publicado en Mundo Perros.