Los Bull terrier es una de las razas más frecuentes en los hogares españoles. Sus cuidados son similares a los del resto de los perros, en general, aunque sí es cierto que es una mascota con la que hay que tener especial cuidado por su piel. Y es que es un claro indicativo de que puede estar enfermo gravemente e, incluso, llegar a morir. La clave está en que estos perros se ven afectados por la acrodermatitis letal, que no tiene cura en esta especie.
La enfermedad
Esta enfermedad no es una dermatitis común ni tampoco es un tipo de sarna como puede pensarse inicialmente por los síntomas con los que se manifiesta. Es una enfermedad grave y que puede llegar a ser mortal, sobre todo, cuando el Bull terrier o el Bull terrier miniatura es un cachorro y no ha llegado a cumplir los dos años de vida.
Esta enfermedad se manifiesta ya en sus primeras semanas de vida. Las señales más comunes son unas úlceras que aparecen en las patas y que son muy dolorosas. Aparte, se produce una deformación de las almohadillas y las uñas. Otros claros síntomas son un retraso en el crecimiento de esta mascota en relación a otras que no tienen esta afección. Su sistema inmunitario también presenta algunas deficiencias, entre otras consecuencias.
No se cura
La acrodermatitis letal no se cura en estos perros y, de momento, no se ha podido dar con una solución, a pesar de que la enfermedad se conoce desde hace unos 30 años. Pero, ahora, se ha dado un paso importante sobre esta patología gracias a un estudio científico realizado por el Instituto de Genética de la Universidad de Bern, en Suiza.
Esta investigación ha permitido saber que la principal causa de esta enfermedad está en la genética. Y, en concreto, en una mutación de un gen, que es el encargado de codificar la proteína muskelin 1, que tiene varias funciones en la forma celular, adhesión, difusión y transporte intracelular, aparte de intervenir en el mantenimiento de la piel y en las perfectas condiciones del sistema inmunitario.
Con este hallazgo, se podrán realizar pruebas genéticas y acabar con la cría involuntaria de perros afectados. Además, abre nuevas vías para seguir investigando sobre las causas fisiológicas de las manifestaciones de esta enfermedad.
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