A finales de agosto, una mujer llamada Laura Forma se encontró a un perro que se paseaba por una calle de Houston, Texas. Este perrito tenía una apariencia inusual, pues, aunque su cuerpo parecía normal, su cabeza estaba extremadamente hinchada.
Forma, que es una rescatista de perros independiente, contó que vio al perrito cuando iba conduciendo, el perrito iba caminando dirigiéndose hacia el tráfico; así que Forma se estacionó y trató de llevárselo, pero el animalito seguía corriendo en dirección contraria a ella, él simplemente no estaba interesado en ella.
Publiée par Laura Jean sur Mercredi 29 août 2018
Incluso intentó llamar su atención ofreciéndole comida, pero ni siquiera así se acercó; de hecho, el perrito desapareció de su vista al meterse en un conjunto residencial privado. A pesar de la huida del perrito, Forma no se dio por vencida y habló con el vigilante de las residencias, pero él tampoco pudo encontrarlo.
Finalmente, Forma tuvo que irse sin poder rescatar al perro ese día, pero tan pronto como pudo pidió ayuda a través de una publicación de Facebook. Dicha publicación llegó hasta Anna Barbosa, presidenta y cofundadora del grupo de rescate de perros abandonados Houston K-911.
Coincidentemente, Anna se encontraba cerca del vecindario que había mencionado Forma, así que se dispuso a buscar al perrito, pero no fue tarea fácil, pues tampoco lo pudo encontrar y aunque habló con varias personas del vecindario ninguna tenía idea de lo que ella hablaba.
El pobre perrito estaba aturdido y exhausto
Pero la voluntad de Forma era inquebrantable y ese día al salir de su trabajo, ella, junto a un par de voluntarios llamados Tom Heller y Rob Acuna Jr. Acudieron al rescate del perrito, quien fue encontrado escondido en un almacén frente al conjunto residencial.
Forma y los voluntarios lograron atrapar de manera segura al perrito en una y lo llevaron al hospital para animales VERGI donde Houston K-911 se encargó de su cuidado.
Al perrito, al que llamaron Gus, le encontraron un cordón de zapato amarrado alrededor del cuello de una manera muy ajustada, y era esto lo que estaba causando que su cabeza y su cuello estuvieran tan hinchadas, pues, los fluidos del perro no se podían mover a través de su cuerpo por causa del cordón.
Sus días estaban llenos de sufrimiento y hasta ese día nadie se había preocupado por él.
Se especula que alguien le colocó el cordón al perro cuando era un cachorro y consecuentemente al crecer este se le fue ajustando cada vez más. Es muy importante que los dueños de un perro se eduquen muy bien, de otra manera pueden terminar perjudicando a sus mascotas, aún así esta teoría es mera especulación.
Por primera vez los veterinarios buscarían una solución a su sufrimiento
Pero allí no terminaron las amargas sorpresas, cuando el equipo de veterinarios hizo rayos-x al cuerpo del perrito, encontraron que tenía 28 perdigones incrustados en su cuerpo ¡Alguien le había disparado varias veces!
No era sólo su cabeza la que le causaba dolor, cada movimiento que daba era una tortura
La mayoría de los perdigones se encontraban localizados en la parte derecha de su cuerpo, quizá lo sujetaron contra el piso al dispararle o estaba amarrado mientras alguien lo hacía.
Las heridas de Gus eran tan graves que al principio los veterinarios dudaron que Gus pudiera sobrevivir y todos notaban como el pobre Gus se encontraba bajo un dolor mortal. Él estaba en un estado deplorable, el dolor lo abrumaba de tal manera que el pobre sólo se preocupaba por sobrevivir.
Pero Gus sabía que ese no podía ser el final, sería un fuerte y obediente perrito para recuperarse de sus heridas
El equipo de veterinarios fue capaz de salvar la vida de Gus tras operar sus heridas y estimó que Gus tenia sólo 8 meses de edad.
Se podía ver cómo poco a poco Gus recuperaba su salud y su confianza en los humanos
Una vez que Gus fue dado de alta, fue llevado a vivir con Marina Harrison, una cuidadora que trabaja para los rescatistas de Houston K-911. Aunque el proceso de recuperación de Gus ha sido lento, Harrison ha disfrutado de ver su evolución día tras día.
Ahora su mirada irradia curiosidad y tranquilidad
Al principio Gus se sentía un poco nervioso, pero rápidamente se ha vuelto más seguro, ahora incluso saluda a Harrison moviendo su colita, se ha estado alimentando bien y de vez en cuando le gusta robarse las camas de los otros perros. Gus está desarrollando su personalidad, lo que es un gran progreso.
Gus volvió a confiar en los humanos y su sueño es tener una nueva familia
Aun así, Gus necesita muchas semanas más para recuperarse por completo, pero finalmente estará listo para ser adoptado.
¡Te invitamos a compartir esta historia con otras personas para para animarlas a tomar acciones ante las injusticias que viven los perritos abandonados y maltratados en las calles!
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