Estos días atrás ha sido una noticia muy vista en distintos medios, eso que ahora llamamos viral, la imagen del perro de asistencia de George H.W. Bush ante el féretro del que fue su propietario. Un perro que ya había protagonizado en los últimos días bastantes fotos en las redes sociales del expresidente de Estados Unidos, ayudándole y haciéndole compañía.
La imagen ha sido descrita como un ejemplo de fidelidad de los perros hacia sus amos. Y efectivamente lo es, no seré yo la que lo ponga en duda. Pero tal vez haya gente a la que haya llamado la atención, igual que a mí, el hecho de que ese perro llegara al hogar de Bush apenas hace cinco meses y que en uno de los textos den a entender que pasará a manos de otra familia en la que seguirá, seguro, haciendo un magnífico trabajo.
No es precisamente el caso de Hachiko. Hablamos de un perro de trabajo que llegó en junio y que marchará a otro hogar. Recordaba en alto, junto a algunos compañeros del periódico, que ya hace tiempo un experto en perros de asistencia me contó que se usaban normalmente labradores para este trabajo por tres motivos sobre todo: su tamaño, su predisposición a crear fácilmente vínculos con las personas, y también por un poquito de marketing y costumbre.
Andaba en esas cuando Purina me ofreció hablar con Sonia Sáez, veterinaria y voluntaria del Proyecto Guau, para el que recibió formación para ser también auxiliar técnica para intervenciones asistidas por animales.
El Proyecto Guau, que lleva tres ediciones culminadas, es un programa de voluntariado con trabajadores de Purina para formar de perros de trabajo que llevan a cabo en colaboración con CTAC (Centro de Terapias Asistidas con Canes) y Fundación Adecco. En las dos primeras ediciones lograron educar perros de asistencia para niños con autismo y este último año han sido perros de terapia.
El labrador de Bush llevaba poco tiempo con él y pasará pronto a otras manos. ¿Se puede considerar esa imagen un ejemplo de fidelidad?
Sí. Los perros tienen una sensibilidad especial que no tenemos las personas. Realmente también tienen una formación en la que están muy focalizados en cuál es su misión. Si pasan a manos de otras persona que lo necesitan, se van a acordar de su antiguo dueño, pero se van a a emocionar con el nuevo proyecto.
¿Por qué se suelen emplear labradores para esta tarea?
Hay perros de otras razas que también podrían ser aptos, igual que perros sin raza. Las características principales que buscamos son de personalidad del animal. Es verdad que, si generalizamos, el labrador se caracteriza por ser muy obediente, muy disciplinado y a la vez tiene esa capacidad de crear vínculos emocionales muy fuertes con las personas que tiene alrededor, les resulta muy fácil.
No serían por tanto lo que llamamos “perros de un solo amo”. ¿Hay perros así?
Sí, hay perros de un solo amo. Todos los perros detectan a quién van a seguir de manera incondicional, a su líder, aunque puedan tener un vínculo con otras personas. Puede ser que cuando esa persona desaparezca o fallezca, el vínculo con otros no sea el mismo, pero eso no quita que en el caso de un perro de asistencia no vaya a poder hacer a cabo su labor igual o incluso mejor. Sí que es verdad que estos perros están acostumbrados a estos cambios de casa.
¿Cómo preparan a los perros del proyecto Guau para facilitar este cambio de manos?
Es bastante diferente preparar perros de terapia y asistencia, pero el formato es similar al socializarlos. Eramos tres familias y cada perro estaba dos semanas con cada una. Yo vivo en una casa pequeña en la que hay un gato, en otra puede haber niños… y el animal tiene que ser capaz de adaptarse a esos diferentes ambientes. No sabemos qué habrá en la casa en la que acabará trabajando.
Debe ser duro decir adiós al cachorro tras dos semanas.
Ya estás mentalizado, aunque no es fácil. Cuando entrego el perro a la siguiente familia a mí ni me mira. Te dices “te he cuidado todos estos días y ni me despides”. Y sí, a ti te cuesta, pero sabes que lo estás preparando para un bien mayor. Te enseñan a querer lo que no es nuestro.
Es un buen valor que aprender, aunque tal vez lo que deseamos los dueños es creer que somos únicos y especiales.
Eso es lo que queremos nosotros. Pero nunca te olvidan del todo, si te ven te reconocen y vienen corriendo. Si les está permitido claro, no cuando están trabajando. Cuando hicimos el cierre del proyecto vinieron las familias con los niños con autismo y el perro estaba ahí con el niño, haciendo su función, sin pensar en venir a saludar.
¿A los labradores se les selecciona también por su tamaño?
El tamaño depende de la función. En terapia tenemos perros chiquitines. Para terapia tienen que ser perros muy tranquilos, muy juguetones, porque el perro tiene que interactuar con la persona y ganársela a nivel emocional. Los perros de terapia suelen ser robustos. En el caso de niños con autismo, por ejemplo, tienen que poder evitar conductas de fuga. Son capaces también de abrir canales emocionales que estaban bloqueados. Y lo consiguen, ves niños que dan besos a su perro y que jamás ellos han dado a sus padres,
¿También serán juguetones, como los de terapia no?
El de asistencia no tanto. Solo pueden jugar cuando no tienen el peto. Cuando tienen el peto están trabajando. Tienen que ser perros muy centrados, con mucha paciencia.
¿Pero no es el juego el motor para enseñarles?
Y la comida. Los dos motores son el juego y la comida. Fuera del trabajo el perro tiene que jugar, tener sus mimos, sus paseos. Tiene que ser un perro normal una vez fuera de su horario laboral. El bienestar del animal es fundamental.
¿Cuánto puede durar esa jornada laboral?
Los perros de terapia que llevamos a escuelas y hospitales están un par de horitas con paradas. Los de asistencia pueden estar una jornada entera. Son perfiles bastantes diferentes.
Antes hablabas de bienestar animal. Están apareciendo personas que hacen terapia con animales sin preocuparse por ello, que hacen terapias además que no son efectivas. ¿Qué le dirías a las familias que quieren abordar esta terapia para que no acaben en malas manos?
Estamos hablando de familias que tienen una situación en casa que no es fácil de gestionar y no pueden gastar recursos, también emocionales, en malas terapias. Mi consejo sería buscar a alguien certificado que realmente tenga formación en ello. Existen asociaciones oficiales que que tienen apoyo y reconocimiento y que les pueden asesorar como CTAC (Centro de Terapias Asistidas con Canes), con el que trabajamos para el Proyecto Guau.
También hay familias con una persona con discapacidad que compran un cachorro de labrador pensando que van a tener mágicamente un perro que obra milagros. En este blog ya he sacado algunos perros que entraron así en casa y a los pocos meses necesitaban otro hogar. ¿Qué les dirías?
Tienen que saber que dentro de los labradores o goldens que usamos en terapia o asistencia, son perros seleccionados. En la misma camada se hace un estudio de cual es el compartamiento de cada cachorro para ver si puede tirar para terapia o asistencia o para perro de casa. No todos están preparados. Si un perro tiene un perfil terapias, no lo pongas de asistencia. Tienen que disfrutar con ello. Tampoco todos los perros son para todos los niños, ni todos los niños para todos los perros. Es un trabajo que también hacemos, buscar que sean compatibles. Cuando nos traen los casos para que conozcamos a las familias lo miramos mucho, tienen que encajar.
Y además hablamos de líneas seleccionadas y criadas con mimo.
Claro. Y tienen que pensar que un cachorro necesita mucha paciencia, mucho tiempo.
Cuando una familia con un niño con discapacidad me ha pedido consejo en el pasado, les he recomendado que acudan a una buena protectora y busquen siempre un perro adulto de tamaño mediano o grande y con muy buen carácter.
Sin duda es la mejor opción. El cachorro necesita mucha atención, mucha disciplina. La adopción del perro tiene un fin y es casi inmediato el beneficio. Con un cachorro lo puedes ver a medio o largo plazo.
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