Gemma Aguado, veterinaria etóloga: “Con el confinamiento podemos estar plantando la semilla de que haya más tarde problemas de ansiedad por separación”






Gemma Aguado es veterinaria etóloga de la clínica de Kivet Sant Pere de Ribes. Es, por tanto, especialista a la hora de ayudarnos ante los problemas de comportamiento de nuestras mascotas.

Este encierro prolongado supone un reto para nuestros animales de compañía, la doctora Aguado ha tenido la amabilidad de responder a mis preguntas para que todos podamos aprender a gestionar mejor esta situación atípica con nuestros perros y gatos.

¿Qué hacer si tenemos cachorros? ¿Cómo prevenir la ansiedad por separación? ¿Cómo debe ser el paseo? ¿Qué pasa con los gatos? La veterinaria da respuesta a todas estas cuestiones.

Gema Aguado junto a su perro Brus, rescatado y rehabilitado después de dos años sin salir a la calle por una fobia muy intensa.


¿Han percibido ya en la consulta problemáticas a consecuencia del confinamiento?

Sí, hay mucha gente que está teniendo problemas derivados de este cambio de situación, como qué tienen que hacer con el perro en casa y cuando salen, cómo lo entretienen. Y también hay problemas de cambios de conducta.

¿Qué tipo de problemas de conducta están detectando?
Lo más común es que esté relacionado con el estrés. Los cambios de rutina, de tiempo de juego, de paseos y ejercicio, les genera una sensación de estrés que desencadena conductas destructivas en casa o hiperactividad indeseada. También en un exceso de llamadas de atención al propietario para jugar. Pero también al descender la actividad física, se pueden acentuar los problemas relacionados con la agresividad (conflictos por posesión de un juguete, comida etc) ya que al realizar menos ejercicio, como ocurre en las personas disminuye la secreción de hormonas “anti estrés” (endorfinas, serotonina) y esto puede hacer que se sientan más irascibles o irritables, y respondan de una manera negativa antes de lo que lo harían en una situación normal.

¿Hablamos de perros, de gatos o de ambos?
Generalmente se producen más en perros. Para ellos el tema de las rutinas les puede resultar más difícil gestionar. El estrés en gato se suele además ‘subidentificar’, no ver del todo. Los gatos viven en casa y los propietarios piensan que nada cambia, pero sí que hay que advertir que este cambio de rutinas también les afecta, aunque en el sentido contrario. Los gatos necesitan sus rutinas, sus momentos de descanso y es muy importante no molestarles y que ellos decidan iniciar la interacción con nosotros. Tal vez hay niños que antes estaban en el colegio y ahora están en casa aburridos buscando un contacto excesivo con ellos y pueden tolerarlo peor.

¿Qué se puede hacer en casos así?
Es importante permitir al gato crear zonas seguras, sitios dónde sea imposible que los demás accedamos. Lugares dónde puedan sentirse aislados y seguros. Y que salgan cuando quieran. En gatos el estrés al final acaba siendo más importante en el desarrollo de diferentes enfermedades que acabamos viendo en consulta, como problemas de micción, que lo hagan fuera de la bandeja; o problemas de exceso de acicalamiento que pueden llevar a la autolesión.

Volviendo a los perros, ¿esto puede acabar desencadenando problemas de ansiedad por separación?
Esto puede pasar quizás en un futuro, ahora podemos estar plantando la semilla de que haya más tarde problemas al crear un vínculo excesivo con la mascota, un hiperapego. Muchos perros estarán súperfelices: jugamos más, les acariciamos más, hacemos vida codo a codo con ellos. Pero cuando volvamos a la normalidad esta dependencia que se puede haber creado puede conducir a que no entiendan el cambio de situación y se desarrolle lo que llamamos trastornos de ansiedad por separación, que el animal no sepa gestionar cómo es que ahora se queda solo si antes estábamos todo el día juntos.

¿Hay algo que podamos hacer para evitarlo?
Para no encontrarnos con esos problemas, tanto para evitar el estrés como para la ansiedad, van muy bien los juegos que fomentan la autonomía del animal, aquellos en los que pueden jugar solos sin necesidad de un compañero. También mantener una rutina, tanto ahora como cuando la situación vuelva a la normalidad: si primero me levanto, luego paseamos, juego un poco y llega el tiempo de descanso… conviene mantener esta rutina tanto ahora como cuando termine el confinamiento.

Dentro de esta rutina hay un tipo de juegos que les proporcionamos jugando con él, tirando la pelota, de una cuerda… lo que todos conocemos. El otro juego que fomenta su autonomía es aquel en el que no necesitan de compañeros. Están basados en juguetes que podamos rellenar de comida, para que usen su olfato, para que estén alerta y estimulados sin que nosotros estemos ahí. Hay juguetes que se pueden comprar, pero ahora que puede ser más difícil también se pueden fabricar. Por ejemplo con una botella de plástico con agujeros; varias toallas arrugadas con comida dentro; una habitación en la que escondamos estos premios para que se tengan que mover y usar el olfato; huesos habilitados para ellos para que estén mordiendo, etc. Son actividades que pueden realizar solos y que podremos usar cuando volvamos al trabajo para que se entretengan.

También para prevenirlos, como en esta situación muchos perros van a demandar más atención si no llevamos una buena rutina, es importante además ignorar por completo este tipo de demandas de atención (pedir juego, caricias, ladridos… en momento que quizá no podamos o queramos atender), hasta que se calmen y debe ser siempre el propietario el que inicie o invite al juego o caricias.

¿No conviene trabajar las recomendaciones clásicas de fingir salidas, ir haciendo separaciones…?
Ahora no me centraría tanto en este tipo de ejercicios salvo que se hagan de manera agradable, jugando. Podemos introducirlo como un juego más. Pero más que un tratamiento en sí, haría ese tipo de medidas que comentaba anteriormente para paliar esa situación.

¿A los perros conviene crearles un rincón de seguridad?
Puede ser una opción bastante buena. Y también la podemos usar para perritos que tengan miedo a petardos. Ahora ha perros pasándolo mal con los aplausos, porque además hay sitios en los que se tiran cohetes o suenan sirenas. Se coge una zona, con su camita, y se le ofrecen allí esos momentos de juego en solitario. Puede ser en medio del salón o en una zona más apartadas.

A veces ellos ya tienen elegidos esos rincones.
Por supuesto. Si ellos cuando se sienten estresados se van a un lugar o una habitación determinada, esa es su zona segura.

Vayamos al futuro, al fin del confinamiento. Si nos encontramos con ese trastorno de ansiedad por separación, ¿la recomendación sería acudir siempre a un veterinario etólogo?
La ansiedad por separación muchas veces es multifactorial, hay que ver a cada animal, estudiar muy bien el temperamento de cada animal y ver lo que es adecuado en su caso. Lo que puede ser bueno para un animal puede no serlo para otro. Es un tratamiento que, para completarlo nos podemos, tirar seis meses.

¿Diría que la etología es aún demasiado desconocida entre muchos propietarios de animales?
Mucha gente no sabe lo que es. A veces vienen a la clínica vienen con un problema de comportamiento para que les recomiende a alguien que les adiestre el perro y cuando les digo que yo soy etóloga me contestan: “¿Y eso que es?”.

Mucha gente suele acudir a adiestradores antes que a etólogos por desconocimiento.
En el mundo de adiestradores hay educadores muy buenos y los hay que no, porque no hay una formación y cualquiera puede hacerlo, por lo que muchas veces puede ser contraproducente.

¿Cómo puede un propietario contactar con un etólogo?
Debe decírselo a su veterinario. Ese veterinario, si no es etólogo, derivará a uno especializado en etología. Igual que hay veterinarios traumatólogos y oftalmólogos se hacen derivaciones. Es importante que un etólogo sea veterinario porque muchas veces los problemas de conducta están relacionados con problemas de salud. Con mucha frecuencia en el caso de los gatos.

Hay hogares en los que hay cachorros de perro, ¿alguna recomendación?
Podemos diferenciar entre dos tipos de cachorro. El más pequeño, hasta tres meses, que está en periodo de socialización. Todo lo que vea, lo que escuche, será lo que no le dé miedo, lo que gestione mejor como adulto. A partir de los tres meses esa puerta de la socialización se va cerrando. Hay estudios que dicen que se cierra de golpe y otros que se cierra paulatinamente. Los veterinarios tenemos un poco de lucha porque la socialización entra en confrontación con el periodo de vacunas, que acaba a los tres meses, por lo que recomendamos un confinamiento hasta esa edad. Pero el cachorro puede salir a la calle en brazos, dependiendo del tamaño que tenga, claro, para que vea coches, sonidos, plantas, gente… El paseo diario lo podemos hacer de esta manera y positivizando esos contactos. Podemos llevarnos algún juguetito, algunas chuches, para que le premiemos cuando vemos al coche o la persona de lejos, para asociarlo a algo positivo.

¿Mantener a los cachorros con su madre y hermanos cómo contribuye a esa socialización?
Es muy importante. Lo suyo sería que estuvieran, como mínimo, dos meses con su madre que les enseña infinidad de conductas, por ejemplo como gestionar la frustración del destete. Y con hermanos para aprender a jugar, a controlar la intensidad de la mordida, etcétera. Lo ideal sería hasta los tres meses, pero también es verdad que tiene que socializar todo lo otro: con personas, en la calle, con ruidos. Una buena socialización incluye todo tipo de estímulos.

Luego están los cachorros a partir de tres meses, animales con mucha energía. Es importante lo que hablábamos antes: crear rutinas, incluir juego social y enseñarles a estar solos. En la calle haríamos lo mismo, pero ya no yendo en brazos. Sus primeros paseos serán muy cortos por la situación en la que estamos, pero vamos a intentar que sean lo más provechosos. Si tenemos solo diez minutos, intentaremos que la correa sea lo más larga posible para darle libertad para oler y explorar. Hay que entender que, aunque sea nuestro momento de libertad, también es el suyo y el paseo es para él. Debemos dejarle decidir si hay algún punto de olor al que se quiere acercar. Y dónde quizás se vayan a encontrar más problemas va a ser esa energía de querer acercarse a otras personas con perro. Para que no lo tome como un castigo es importante evitar tirones de correa y redirigir esa energía a otra cosa como un juguete con sonido o una chuchería, y a la vez redirigirlo a otro lugar o a nosotros mismos para romper el contacto visual. Es importante que vea a esas otras personas con perro, pero no que se quede cinco minutos llorando sin acercarse.

¿Esas recomendaciones en los paseos son aplicables también a perros adultos?
Claro, en los adultos también. El paseo es para ellos. Y también cuando volvamos a la normalidad. Muchas veces salimos con la idea de que tenemos que hacer otras cosas y en un paseo en condiciones normales puedo tener las dos cosas: tiempo libre para él y tiempo para que obedezca e ir deprisa dónde quiero. En esta situación priorizaría el paseo para el perro. Y para que todavía sea más provechoso podemos hacer lo que llamamos ‘el sembrado’ que es llevarnos cuatro o cinco premios y tirarlos por el suelo para fomentar el olfato. Se puede empezar con superficies fáciles como acero y luego césped.

¿No corremos el riesgo de que ese sembrado haga que luego coma cualquier cosa que encuentre por el suelo?
En este tipo de ejercicios es muy importante señalizarlos al principio y al final para no fomentar coger comida de la calle. Hay que añadir una orden como ‘busca’, tiene que ser un ejercicio que dure cinco minutos, no más. Y hay señalizar la finalización con un ‘ya está’ o ‘vamos’.

¿También interesa introducir un adiestramiento básico?
Siempre que sea de una manera positiva, claro que podemos introducir en nuestra rutina diaria de juegos la obediencia básica. Podemos hacerlo mientras disfrutemos todos haciéndolo, perros y propietarios. Si lo podemos fomentar es algo estupendo.




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