Pocos accesorios de adiestramiento canino son tan polémicos como los collares antiladridos. Como su nombre lo indica, el objetivo de este collar es adiestrar a los perros en el control de su ladrido. Los entrenadores profesionales no se ponen de acuerdo sobre si su uso es positivo o perjudicial. Esto es así, a pesar de que los métodos de educación canina aún avalan ciertos estímulos negativos en algunos casos. En el mercado existen distintos tipos de collares y cada uno genera también diferentes opiniones. Este dispositivo podría parecer eficiente, pero sus efectos en el animal son al menos bastante debatidos.
¿Cómo trabajan los collares antiladridos?
Los collares antiladridos incorporan un dispositivo que condiciona al perro a controlar su ladrido. Para ello, constan de un sensor de vibraciones y un mecanismo de estímulos negativos. Básicamente, cuando la mascota ladra el sistema detecta el sonido y genera una acción-castigo. El modelo más común es el eléctrico, que libera pequeñas descargas cuando el can ladra demasiado.
Existe otro producto similar al collar eléctrico que trabaja a partir de vibraciones. También hay collares de ultrasonido que emiten una frecuencia no audible para el humano pero molesta para el perro. La cuarta opción es el collar de citronela, que rocía un chorro hacia el hocico para ejecutar la acción de castigo. Todas estas alternativas trabajan con acondicionamiento clásico.
Se sabe que estos artefactos son variaciones del collar de adiestramiento. Hoy en día, este dispositivo se utiliza exclusivamente para el entrenamiento de perros sordos. Cuando el perro se aleja mucho se hace una pequeña descarga eléctrica para evitar mayor distanciamiento. No obstante, este uso está justificado debido a la discapacidad de la mascota.
Los especialistas no se ponen de acuerdo
Los adiestradores tienen posiciones encontradas con respecto a este collar. En principio, no existen estudios científicos que avalen la efectividad de estos métodos para el adiestramiento. Otro problema es la posibilidad de que el dueño incurra en un adoctrinamiento abusivo. Esto se debe a que algunos de estímulos son casi imperceptibles para el ser humano.
También existe un debate sobre los efectos secundarios de este producto. Si el animal se estresa demasiado o aumenta su frecuencia cardiaca podría sufrir un shock. Por supuesto, todo dependerá de la raza y de la intensidad de los estímulos. Por ejemplo, algunos modelos tienen una intensidad tan leve que en algunos casos se duda de su utilidad.
Otra hipótesis relevante es que el uso de estos collares deteriora la relación entre el perro y su dueño. Si los estímulos son muy molestos, dolorosos y continuos el animal podría desarrollar sensaciones negativas hacia su cuidador. Las mascotas asociarían la mala experiencia que implica el collar con la persona que se lo coloca en el cuello.
Otras alternativas al problema de los ladridos
Es cierto que utilizar collares antiladridos puede generar un cambio en perros que hacen ruido excesivo. No obstante, sus detractores señalan que este método no aborda las causas reales del ladrido. Por lo general, cuando un can ladra mucho es porque algo le afecta y este lo manifiesta. Después de todo, ladrar es la forma que tienen los perros para comunicarse.
Es posible que el uso del collar eléctrico sea mucho menos peligroso que otros métodos. En la práctica, prácticas como colocarle el bozal al perro en casa o golpearlo son consideradas perjudiciales. Quizá el tratamiento más cuestionable sea la extirpación quirúrgica de las cuerdas vocales del animal. Se conoce que esta operación puede generar problemas físicos y de temperamento en las mascotas.
Algo mucho más recomendable buscar asesoría veterinaria para encontrar el motivo de los ladridos. Los veterinarios especializados en etología son los más idóneos para realizar este tipo de diagnóstico. Este profesional combina los conocimientos médicos con tratamientos psicológicos dirigidos a esta especie animal. Otra excelente idea es buscar asesoría y sesiones de entrenamiento con un adiestrador profesional.
Buscando la causa del ladrido
La búsqueda de las causas del ladrido es compleja y requiere de suma atención por parte del dueño. Realmente, la lista de razones que motivan este comportamiento canino puede ser larga. Un perro ladra excesivamente por ansiedad, estrés, fobias, problemas físicos y hasta por vejez. A esto, se le suman factores genéticos, rivalidades, territorialidad y hasta entusiasmo, alegría y euforia por cosas de su día a día.
Los perros que comienzan a desarrollar sordera suelen aumentar la frecuencia de su ladrido. Si un ejemplar sufre ansiedad por abandono será mucho más sencillo dar con un diagnóstico acertado. Por otra parte, los efectos de una socialización deficiente o incompleta son difíciles de detectar. En este caso, la mascota podría entrar en tensión frente a ciertos estímulos muy particulares y ladrar.
Más allá de que decidas utilizar los collares antiladridos, lo correcto es buscar lo que perturba a tu perro. Esto requerirá de visitas veterinarias, tratamientos, tiempo y sobre todo mucha atención. El trabajo será constante, pero tu mascota se sentirá tranquila y respaldada por ti… ¡Ponte manos a la obra!
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