Lealtad canina







El viejo perro se sentĆ³ inmĆ³vil entre las rocas de la orilla del mar. Llevaba mucho tiempo observĆ”ndolo. El perro miraba a lo lejos, como si esperara a alguien. Vine por la maƱana, y se acercaba la noche, pero Ć©l seguĆ­a sentado en el mismo sitio. DesenvolvĆ­ la bolsa de comida y le llevĆ© un sĆ”ndwich.

El perro girĆ³ de mala gana la cabeza en mi direcciĆ³n, pero no se moviĆ³. Me acerquĆ© y le entreguĆ© mi golosina. El perro me echĆ³ una rĆ”pida mirada y se dio la vuelta. Sus ojos tristes estaban llorosos, su pelo estaba en mechones y su cola estaba inmĆ³vil sobre las piedras. HabĆ­a tanta aƱoranza en toda su postura que me doliĆ³ el corazĆ³n.

El solitario anciano estaba sentado ante mĆ­, viejo e indeseado. ¿A quiĆ©n espera, mirando al mar? ¿AdĆ³nde irĆ” cuando oscurezca? ¿Hay alguien que lo alimente y lo acaricie? DecidĆ­ esperar. No tenĆ­a ningĆŗn lugar donde apresurarme. HabĆ­a venido a este lugar olvidado de la mano de Dios para descansar del bullicio de la ciudad y terminar mi novela. Anoche alquilĆ© una habitaciĆ³n a una anciana solitaria y ahora, por la maƱana, me tumbo en una playa desierta, disfrutando de la soledad. No ha aparecido ni un alma en esta playa salvaje en todo el dĆ­a, sĆ³lo yo y este viejo perro sentado en una roca plana al borde del oleaje. No habĆ­a tocado su sĆ”ndwich y no habĆ­a comido en todo el dĆ­a.

El sol se hundĆ­a lentamente en el mar. Una ligera brisa levantĆ³ una pequeƱa ola, fue refrescante. Mis oĆ­dos captaron los pasos cautelosos de alguien, vi a mi ama. CaminĆ³ lentamente por el sendero hacia la playa. Ella no podĆ­a verme detrĆ”s de una gran piedra y se dirigĆ­a hacia el perro, diciendo algo en voz baja con una voz tierna. El perro se levantĆ³ y moviĆ³ ligeramente la cola. La mujer se acercĆ³ a Ć©l y le acariciĆ³ la cabeza. Entonces vio el bocadillo, se enderezĆ³ bruscamente y mirĆ³ alrededor de la playa con una mirada ansiosa. Me levantĆ© y fui hacia ellos.

– ¡Buenas noches Anna Yegorovna! QuerĆ­a dar de comer al perro, pero no cogiĆ³ comida, y lleva aquĆ­ sentado desde la maƱana. Parece que estĆ” esperando a alguien.

– SĆ­, lo estĆ”. Lleva tres aƱos esperando. EstĆ” esperando a mi marido. Es nuestro perro, se llama Samsun, y no acepta comida de extraƱos. Samsun, come, es nuestro hombre, no te harĆ” daƱo.

El perro cogiĆ³ con cuidado el bocadillo entre sus dientes y se lo comiĆ³ rĆ”pidamente. Entonces mirĆ³ en mi direcciĆ³n y ladrĆ³ suavemente.

Vamos a casa, Samsun.

“Y maƱana tambiĆ©n, y pasado maƱana nuestro maestro no volverĆ”, espera, no esperes. Ven.

Subimos lentamente el empinado camino, y Anna Yegorovna contĆ³ su amarga historia. Ese dĆ­a su marido Stepan Ilyich y los chicos del barrio iban a pescar como de costumbre. Todo estaba como de costumbre, pero Samsun se comportaba de forma extraƱa, ladraba nerviosamente, rondaba bajo sus pies, molestando a todos, y Stepan le gritaba, cosa que normalmente nunca hacĆ­a. El perro huyĆ³ hacia un lado y aullĆ³ lastimosamente… ¡Si se supiera que el perro presintiĆ³ problemas y advirtiĆ³ a los pescadores sobre ellos! Y llegaron los problemas. El viento se levantĆ³ de repente a mediodĆ­a, el cielo se oscureciĆ³, los truenos y la lluvia comenzaron a caer. Los cielos se abrieron La tormenta arreciĆ³ durante toda la noche.

Los pescadores no volvieron. Deben haber muerto. Asƭ que Samsun sigue esperƔndolos. No ha faltado ni un dƭa. Se sentaba en la orilla por la noche, pero Anna Yegorovna va a la orilla todas las tardes y trae al perro a casa.

SĆ³lo la escucha, de lo contrario habrĆ­a muerto de hambre en la playa. Es un perro viejo, ya es hora de que se retire, pero estĆ” esperando a su amo, aguardando fielmente a quien no pudo advertir de su inminente perdiciĆ³n. No pude salvar.

El aƱo siguiente volvƭ a venir aquƭ, junto con mi hijo. Querƭa saber si Samsun seguƭa vivo, esperando a un maestro que no estaba destinado a volver. Al pasar por la playa, nos detuvimos en un acantilado conocido. Samsun no estaba en la playa. Las olas que llegaban lamƭan la piedra sobre la que solƭa sentarse el fiel perro.

Anna Yegorovna nos hablĆ³ de la muerte de Samsun. HabĆ­a acudido como de costumbre a la orilla por la tarde, pero encontrĆ³ al perro ya muerto. Estaba tumbado en la misma roca y las olas le lamĆ­an las patas extendidas…

Fuente: happy-day.org.in

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