Tengo un gato de cambio…
¿Como un gato?…un gatito ciego. Dijeron que no hay cambios en el registro, y su madre es una cazadora de ratas, así que cógelo. Lo llevo al almacén, junto con la mercancía. Se lo doy a mamá.
“Mamá, no había dinero, esto es como cambio, ¿no?”
Mamá empieza a gritar y a llamarnos asesinos y animales. Como, es pequeño, no va a lograrlo. Coge al gato y desaparece en una niebla lila.
En las semanas siguientes no volvimos a ver a mamá. O sí, pero desde un ángulo extraño…
Le daba de comer con cuentagotas, dormía al lado de mamá, se pasaba el día meando en su pañuelo de peluche, le masajeaba la barriguita, bueno no le lamía. Lo llamó “Bebé”. Y seis meses más tarde, había un GATO.
Que su mamá era un cazador de ratas no fue engañado aquí. Estoy harto de tirar cadáveres de palomas por debajo de la puerta. dos o tres a la semana. Y vivíamos en el séptimo piso en ese momento. Bueno, era inteligente como el infierno, el doodleman….
Era inteligente como el infierno. Esperó a sus vecinos y subió con ellos al ascensor. Mucha gente le conocía, así que pararon el ascensor en nuestra planta. Los que no lo conocían se asustaban al ver a un gato con un pájaro entre los dientes. Entonces tenía que bajar o subir por su cuenta.
Sí, sabía nadar. Estilo perrito, gracias a su madre por no enseñarle a bracear. Ella solía llevarlo a los baños cuando era niño.
Qué más… No mucho, excepto que cuando era joven solía luchar contra todo menos contra extraterrestres y coches.
Llegaba con heridas tan graves que dejaban a todo el mundo del revés. Ahí es donde entro yo. Conduzco hasta las clínicas, cambio las gomas, exprimo el pus: maldita sea si es pequeño.
El siguiente héroe de la escena es nuestra abuela. La quiero de verdad, la he querido y la seguiré queriendo. Pero los 90, ¿recuerdas?
No tenemos nada para comer nosotros, y aquí el dinero va a un vulgar gato gris. Así que decidió ahorrarnos las facturas de la clínica.
El bebé se ha ido.
Un día, dos, tres… Todo el mundo ruge en secreto en el baño, fingiendo que sus ojos están rojos por una IRA.
¡BINGO! ¡Un bebé está arañando la puerta! Flaco, asustadizo, ¡pero vivo!
Ha pasado un mes. El bebé se ha ido otra vez…
Otra vez todo el mundo tiene un SARS. Un día, dos, tres, cuatro… Mamá está llorando ahora, no le importa. Babe está arañando la puerta.
La abuela está mirando extrañada a Babe…
Ha pasado más tiempo. Creo que han iniciado un duelo. El bebé vuelve a desaparecer.
Una semana, diez días. Ya nadie llora, todo el mundo está reconciliado. El gato tiene dos años, ¿quizás se ha ido?
… y entonces alguien rasca en la puerta. ¡Ya está aquí! Flaco. Escuálido. Muscular. Da miedo sujetarlo.
Músculos por todas partes, es como hierro. ¡Pero es nuestro!
Fue entonces cuando la abuela se quebró, diciéndome que ella lo alejaba cada vez más.
Bueno, qué hacer con ella, no puedes matarla, ¿verdad? Es una de los suyos. Le tomamos la palabra de que no volvería a hacerlo.
Unos tres años más tarde, cuando todos los gatitos de la zona se volvieron del color de Baby, nos mudábamos.
Bueno, cómo nos mudábamos – los padres y la abuela en el tren, yo con los muebles y el gato (no tuve tiempo de registrar el pasaporte) en una furgoneta.
Primer día – vuelo normal, trabajando con un audiolibro, volviendo a contar “El idiota”. Bebé come y hace caca durante las paradas.
Segundo día – vuelo normal, empiezo a contar Clark, Bebé come y hace caca.
Tercer día – jodido todo, en cuanto llegamos.
Todo el mundo descarga, yo y Baby salimos. Al bebé no le gustó. No le gustó mucho, siseó a las paredes y a mí.
¿Qué hacer si este es nuestro nuevo hogar? Salta sobre mí y huye. Cuántas veces no lo busqué -¿qué demonios? Nifihua. Así que me hice con él.
Y entonces empieza el misterio.
Han pasado 6-8 meses, no puedo empadronarme por el cambio de nombre y tengo que volver al antiguo pueblo a por unos papeles.
Llamé al nuevo casero del antiguo piso -lo conocía bien, al igual que a su mujer. Acepté quedarme con ellos un par de días.
Llego, alabo los nuevos acabados, bebo té.
Mi mujer se levantó de un salto, dijo un nombre nuevo, abrió la puerta, y BINGO – ¡EL BEBÉ!
El bebé, que yo ya había enterrado, dado a comer a perros, camiones, gente – ¡VIVE!
Cuelgo, preguntando “¿quién es?”
El dueño: “¿Recuerda que le pedí quedarme con el gato?”
De verdad, lo hice…. Eso es lo que era, nunca lo entendí. Pero me alegro por Baby.
Fuente: funlet.ru
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Artykuł Le daba de comer con cuentagotas, dormía junto a mamá, se meaba eternamente en su pañuelo de peluche, le masajeaba la barriguita, bueno sólo que no le lamía. Lo llamó “Babe”.. pochodzi z serwisu Animales favoritos.
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